Soberano Dios,
infinitamente amable
en quien sólo pudo hallar quietud
el corazón humano,
que con el suave imán de tu bondad divina
de tal suerte atrajiste para ti a la bienaventurada
SANTA INES DEL MONTE,
policiano de asís,
que despreciando por tu amor
todas las vanas esperanzas
que le ofrecía el mundo,
abandonando las conveniencias y riquezas
de su casa y hasta sus mismos padres,
se abrazó valerosa con la cruz de la mortificación
para desposarte con tu majestad Santísima
en la seráfica religión de su esclarecida hermana
y madre Santa Clara de Asís,